Aprende a amar gracias a los niños, en 5 claves
Si tenemos niños o tenemos contacto con ellos por nuestros oficios o nuestra situación familiar, sabremos que tenemos a disposición la mejor oportunidad para aprender a amar
Los niños son puro merecimiento porque dependen del cuidado de los mayores. Es el periodo de la vida en que están dispuestos a recibir todo el cariño y el amparo que necesitan. Por eso para los adultos es una oportunidad única. ¿Cómo podremos amarlos?
Amar a los niños y aprender de ellos, en 5 claves básicas
Las siguientes claves te ayudarán a comprender la inocencia de los niños y cómo ellos sienten y manifiestan su afecto. Estos conocimientos no solo te harán mejor padre o madre, sino que te permitirán ganar en autenticidad y en sabiduría vital.
1. Estando milimétricamente atentos a sus requerimientos
Una de las claves es reconocer y atender sus necesidades, encontrando la manera de facilitarles cada movimiento cotidiano. Si dejamos de lado nuestros prejuicios –organizados en base al desamor y el desencanto–, será muy fácil y su día a día estará lleno de momentos felices.
3. ¿Amarlos es responder a todo lo que piden?
Sí, claro. ¿Y si piden algo que no corresponde? Entonces, en ese instante, revisemos el transcurso de nuestra propia infancia y registremos cuántos muros hemos construido entre nosotros mismos y la realidad externa. Intentemos deshacer la dureza de esas piedras buscando alguna lógica para sostener tanta frialdad y tantos preconceptos que nos han arruinado. Luego volvamos a mirar limpiamente al niño y pensemos si es tan difícil ofrecerle eso que nos pide.
4. No pasa nada si alguna vez cedes a sus peticiones
Podemos hacer la prueba y aflojar una sola vez. ¿Quiere comer en la cama mientras mira los dibujos animados en la tele? A ver… ¿qué pasa si nos metemos en la cama con él y lo acompañamos? ¿Pasa algo grave? ¿Se cae el mundo? ¿O por el contrario después el niño estará bien dispuesto y alegre?
5. Sin estrés: amar y acompañar desde la relajación
Amar a los niños es relajado. Solo se trata de escuchar lo que piden para ofrecerles exactamente eso. Abrazarlos cuando quieren. Meternos en la cama con ellos cuando lo solicitan. Comer lo que les gusta y solo la cantidad que desean. Organizar la vida cotidiana en base a sus ritmos y no según el ritmo de los mayores. No permitir que ningún adulto les haga daño ni los ofenda. Estar disponibles y atentos. Eso es amarlos.
2. Olvídate de educarles y céntrate en acompañarles
Para amar a los niños no precisamos opiniones, ni definir qué es correcto o incorrecto. No se trata de ofrecerles una buena educación. Ningún niño pide ser educado. Los niños solo precisan ser queridos y atendidos
3. ¿Amarlos es responder a todo lo que piden?
Sí, claro. ¿Y si piden algo que no corresponde? Entonces, en ese instante, revisemos el transcurso de nuestra propia infancia y registremos cuántos muros hemos construido entre nosotros mismos y la realidad externa. Intentemos deshacer la dureza de esas piedras buscando alguna lógica para sostener tanta frialdad y tantos preconceptos que nos han arruinado. Luego volvamos a mirar limpiamente al niño y pensemos si es tan difícil ofrecerle eso que nos pide.
4. No pasa nada si alguna vez cedes a sus peticiones
Podemos hacer la prueba y aflojar una sola vez. ¿Quiere comer en la cama mientras mira los dibujos animados en la tele? A ver… ¿qué pasa si nos metemos en la cama con él y lo acompañamos? ¿Pasa algo grave? ¿Se cae el mundo? ¿O por el contrario después el niño estará bien dispuesto y alegre?
5. Sin estrés: amar y acompañar desde la relajación
Amar a los niños es relajado. Solo se trata de escuchar lo que piden para ofrecerles exactamente eso. Abrazarlos cuando quieren. Meternos en la cama con ellos cuando lo solicitan. Comer lo que les gusta y solo la cantidad que desean. Organizar la vida cotidiana en base a sus ritmos y no según el ritmo de los mayores. No permitir que ningún adulto les haga daño ni los ofenda. Estar disponibles y atentos. Eso es amarlos.
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