Los novios ante la revolución sexual

Cada mes tengo la oportunidad de atender con un equipo a una media de cuarenta parejas que vienen al cursillo prematrimonial.  Es una necesidad realmente urgente orientar a los novios, debido al deterioro que está sufriendo el matrimonio y la familia.
Hay que ser muy comprensivos con los jóvenes que quieren contraer matrimonio por la Iglesia, ya que están sometidos, desde hace tiempo, a todo un bombardeo ideológico con cargas de profundidad que afectan a los mismos cimientos de la concepción del matrimonio como institución humana y cristiana. En definitiva como proyecto de Dios para la constitución de la sociedad humana.
Para comprender la situación hay que conocer un poco todo lo que hay detrás de esta revolución ideológica.
Se está librando lo que se ha venido en llamar “guerra civil occidental” (F.J. Contreras, “Nueva izquierda y cristianismo” , Editorial “Encuentro”, pág. 23). Por un lado está el llamado choque de civilizaciones (oriente contra occidente). Pero lo realmente nuevo es la “guerra” que libra occidente contra sí mismo. Esto debilita a occidente, y es aprovechado especialmente por las corrientes islámicas. Occidente ha dejado de creer en sí mismo, y se hace vulnerable. A más secularización y relativismo, más influencia de los credos fuertes, intransigentes, como lo es el Islam.
Como bien dice el autor citado, los integristas islámicos no odian a occidente por ser cristiano, sino por ser ya postcristiano. Benedicto XVI: “Si se llega  a un en enfrentamiento de culturas, no será por un choque entre grandes religiones..., sino por el conflicto entre esa emancipación radical del hombre (eliminación de referencias trascendentales) y las grandes culturas históricas”.
Una paradoja: En el mundo están en alza las religiones, mientras Europa está cada vez más secularizada. Europa, en el terreno religioso e ideológico, se aísla del resto del mundo. Europa ya no es lo que fue: exportadora de los grandes valores religiosos en el mundo. Jean Sévillia (citado por F.J. Contreras en “Nueva izquierda y cristianismo”), llega a afirmar: “¿Qué modelo ofrecemos a los jóvenes (musulmanes) inmigrantes? ¿Cómo puede inspirar respeto una nación que ya no se ama así misma, que ya no tiene niños? Si Francia y Occidente no presentaran el espectáculo de una sociedad cuyas referencias colectivas se disuelven y en la que lo espiritual parece ausente, tendríamos menos motivos para temer a una Islam expansivo” (Pág. 25).
La izquierda postmoderna, la llamada progresía (del color que sea), es calificada por este autor como “sesentayochista”. Es decir, lo que pretende no es ya la lucha de clases, o defensa del obrero, sino el implantar la revolución sexual que supuso el mayo del 68. Su programa gira en torno a temas como: el aborto, la eutanasia, la ingeniería genética, la permisividad sexual, el divorcio exprés, matrimonio gay, vientres de alquiler, droga... y el papel de la religión en la vida pública.
Como bien dice F.J. Contreras, Hay una aversión, una guerra declarada, contra la Iglesia Católica porque es la única que se mantiene firme en la defensa de los valores trascendentes que dimanan de la concepción cristiana del ser humano. La Iglesia es la enemiga a batir.
Para el pensamiento débil la Iglesia es su rival, diga lo que diga y haga lo que haga. No soportan la fortaleza de la verdad. Lo que defienden es la libertad sin límites éticos, el relativismo moral. Ellos afirman que la libertad nos hará verdaderos. ¿Nos suena esta expresión?
El postmodernismo ha dinamitado la cultura occidental basada en el cristianismo, a derrumbado el edificio para construir otro en su lugar, fuertemente anclado en principios débiles pero atractivos para el hombre, ya que actúan con la complicidad de las pasiones dominantes en una naturaleza herida por el pecado. Lo importante para ellos es que el hombre no piense, otros pensarán por él. Que se dejen llevar sin mirar más hacia arriba. Hay que vivir la vida sin tabúes ni fundamentalismo. “Carpe diem”, aprovecha el momento presente. No pienses. Actúa a tu aire. Tu dios eres tú. En definitiva es seguir la máxima de Nietzsche: Yo soy el sucesor de un Dios que ha muerto. Es decir, mi dios soy yo mismo.
Hay una lucha entre conservadores y progresista. Entre fieles a unos principios inamovibles, y una revolución basada en la visión materialista del hombre.
Pero los llamados progres tienen prácticamente copados todos los medios de comunicación. Observamos al día de hoy que en  España  siguen los mismos directivos de la televisión pública, con los mismos programas, muchos de ellos en la línea que venimos criticando. Y  no digamos nada en otras televisiones de gran audiencia.   Obstinados en  la misma línea “revolucionaria” y anti-Iglesia que han llevado siempre. Es decir, la intoxicación continúa sin tapujos. A tiempo y a destiempo. Con una fijación enfermiza en los manidos y trasnochados temas de siempre.  Y la audiencia se lo traga todo como “dogma de fe”, porque “lo ha dicho la tele”.

(Continuaremos en el siguiente post.)



Juan García Inza
juan.garciainza@gmail.com


Una sociedad sexualizada
 UNA SOCIEDAD SEXUALIZADA

Como dice F.J. Contreras en “Nueva izquierda y cristianismo”-,  defender hoy la vida del no nacido, la familia tradicional y la religión, cuestionar la permisividad sexual, etc. se considera como la expresión máxima de la trasgresión y la heterodoxia. Parece que hay que avergonzarse  de defender ciertas ideas, o practicar determinados actos de culto, considerados tradicionales. Manifestarlo puede causar risa y mofa. Y en algunos casos pueden ser obstáculo para acceder a determinados puestos. Esto hace que muchos que prácticamente viven una vida tradicional, diríamos normal,  no se atrevan en público a defender sus criterios, incluso públicamente le ríen la gracia a los que opinan lo contrario de lo que ellos piensan, para no desentonar, o por pura conveniencia. Hay separación entre la praxis y la teoría. Aunque al final se puede terminar actuando como los demás por simple mimetismo.
Lo positivo de todo este panorama es que se está dando un resurgir de personas, asociaciones y movimientos defensores de los valores permanentes, que no son “retrógrados”, como no es retrógrada la consideración de la dignidad de la persona humana, sino tremendamente progresistas. Me ha gustado oír del Ministro Gallardón que lo más progresista que ha hecho en su vida es defender el derecho a la vida de todo ser humano. Ya era hora que empezáramos a oír afirmaciones tan valientes.
Hay un dato constatable, y es que las iglesias, los grupos o movimientos  religiosos  permisivos, que se han apuntado al llamado progresismo, se están quedan sin seguidores, sin fieles (Cfr. “Nueva izquierda y cristianismo”, Págs. 33-34), aunque esos pocos hagan mucho ruido porque cuentan con la complicidad de los medios de comunicación.
Los partidos llamados de izquierdas,  han abandonado el socialismo clásico para centrar todas sus fuerzas en la revolución sexual, en el llamado “sesentayochismo”, mientras algunos siguen sin enterarse, o mirando hacia otro lado. Como afirma F.J. Contreras, el centro de gravedad de la lucha ideológica ya no está en lo económico, sino en lo moral  y cultural. Así comprendemos que elzapaterismo, en la cresta de la ola de la crisis, no renunciara a subvencionar proyectos en sí ridículos pero en línea con sus esquemas mentales. El programa se pone por encima de las personas. Se gasta lo que haga falta en esos proyectos llamados progres –generalmente ridículos-,  aunque nos arruinemos, y los parados se mueran de hambre. Ha sido más importante la llamada “Alianza de las civilizaciones” que las mismas civilizaciones,  la crisis económica, la defensa de la vida, etc...  Y para muchos pensadores y escritores, es inconcebible que los que se llaman de derechas no se hayan enterado, o finja no enterarse. Defender contra corrientes ciertos principios no está de moda, no “vende”.
Como recoge el mismo autor  del trabajo que venimos citando, Max Horkheimer –de vuelta de una concepción marxista y revolucionaria-, llega a afirmar: “El amor hunde sus raíces en el anhelo, el anhelo de la persona amada... Si se elimina el tabú de lo sexual, cae la barrera que produce constantemente el anhelo; a partir de ahí, el amor pierde su base... La píldora anticonceptiva convierte a Romeo y Julieta en una pieza de museo... Julieta diría a su amado que la dejara ir rápidamente a por la píldora, y que en seguida volvería con él”.
Y Janne Haaland Matlary dice: “Esta época está sexualizada hasta tal punto que se priva a los niños de la inocencia introduciéndoles demasiado pronto en la sexualidad, y los adultos son casi anormales si siguen casados con la misma persona durante toda la vida”.   Con estos materiales, la construcción, o mejor, la decostrucción de los baluartes hasta ahora intocables viene por sí sola. Y siempre la enemiga a abatir es la Iglesia, que no cede en los principios y valores  permanentes, aunque vea disminuidas sus filas. Los permisivistas que se van tal vez no estaban en su sitio.
El “neofeminismo” a quien más perjudica es a las mujeres. Eugenia Rocella lo dice de esta manera: “Siguiendo el espejismo de la negación de la maternidad, se niega la fuerza autónoma de las mujeres, que seguirán siendo siempre (para esa corriente), machos fallidos, una versión coja e imperfecta del modelo masculino” (En o.c. Págs. 38 y  47).
Con todo ello se pierde el concepto de paternidad y maternidad. Solo queda el amor libre, la sexualidad liberada de normas éticas, deshumanizada. El hombre es “domesticado por la mujer”. En este sentido son muy reveladoras las palabras de la feminista Amelia Valcárcel: “Si no los podemos hacer (a los hombres) tan buenos, hagámonos nosotras malas: no exijamos castidad, sino perdámosla; no impongamos la dulzura, hagámonos brutales; no atesoremos naturaleza, sino destruyamos con el furor del converso” (“El derecho al mal” 1991, pp. 164-165, citada en “Nueva izquierda y cristianismo” , p. 48).

Más claro no se puede decir lo que se pretende con la revolución sexual. Y esto está presente en cierta cultura imperante, o contracultura. No podemos quedarnos con los brazos cruzados o reírles la gracia, que no la tiene.
Una martir actual de la castidad
Desde esos presupuestos hemos de ayudar a las parejas que se acercan a la Iglesia solicitando el matrimonio. Hay que intentar desmontar el edificio que les han construido las ideologías de género, las de la revolución sexual, y con paciencia levantar desde los cimientos el nuevo edificio, en esas parejas que buscan el matrimonio canónico, de acuerdo con el Evangelio y la Doctrina de la Iglesia. Hay que construir, pero antes hay que preparar el terreno si no queremos levantar “una casa sobre arena” que, como dice Jesucristo, se vendrá abajo con el primer vendaval que sople contra ella.
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Vídeo sobre la última mártir de la castidad en España






UN NUEVO AÑO PARA LA FAMILIA
Un nuevo año para pensar en la familia, pilar maestro de la sociedad y de la Iglesia. Salvar a la familia es salvar al hombre que nace de ella. Todo lo que hagamos por la familia es poco, y mas en estos tiempos en que el núcleo familiar está sufriendo embates por todos los costados. Me ha gustado este breve artículo del P. Mariano de Blas, y que ofrezco a los lectores:

Ya han pasado las festividades de Navidad y fin de año, y es el momento de volver a recomenzar la vida normal con nuevos ánimos. Para eso es conveniente asumirlo con espíritu positivo, con la convicción que será un año muy bueno. Presentamos algunos consejos para asumir con una actitud positiva el año que inicia.


Cada año que comienza es un inmenso regalo, un ciclo nuevo por recorrer, pero también es una oportunidad más para ser mejores personas, para transformar la vida, el hogar, la familia, el trabajo... Por eso es importante empezar bien, esto quiere decir con toda la disposición, el ánimo y la actitud, que permitirán no sólo un buen inicio, sino un buen final.

De este modo, vemos que la actitud es definitiva para que las situaciones sigan un determinado cauce. Pero, ¿qué significa tener una gran actitud positiva? Probablemente conozca la antigua expresión que una persona positiva ve un vaso medio lleno en lugar de medio vacío; en ella se resume todo. Por eso en este principio de año, es importante levantarse cada día con los mejores pensamientos, teniendo unas metas claras y una seguridad interior que ayudarán a sortear las dificultades del día a día.

Beneficios de vivir con actitud positiva

Vale la pena revisar algunas de las cualidades que se adquieren por el hecho de tomar el positivismo como eje de la vida:

Confianza en sí mismo: Herb True dijo:"Muchas personas tienen éxito cuando otros no creen en ellas. Pero muy rara vez una persona que no cree en sí misma alcanza el éxito". La primera característica de una persona con una buena actitud positiva es que piensa positivamente en su valor personal. Su imagen positiva es el pasaporte para el éxito en la vida.
Disposición para ver lo mejor en los demás: todos tenemos expectativas de los demás. Pero podemos decidir si las expectativas serán positivas o negativas. Si hay un trato positivo hacia las otras personas, la tendencia es que nos traten de la misma manera.
Capacidad para ver oportunidades: el filósofo griego Plutarco, escribió: "Como las abejas extraen miel del tomillo, la más fuerte y seca de las hierbas, los hombres sensibles suelen sacar ventaja y provecho de las circunstancias más extrañas". Las personas con actitud positiva ven oportunidades en todo lugar.
Enfoque en las soluciones: casi todas las personas pueden ver los problemas. Para ello no se requiere nada especial. La persona con actitud positiva tiene su mente puesta en las soluciones, ve una solución ante cada problema y una posibilidad en cada imposibilidad. Louis D. Brandeis, en honor a quien se puso nombre a la Universidad Brandeis, dijo una vez: "En este mundo, la mayoría de las cosas dignas de hacerse habían sido declaradas imposibles antes de que fueran hechas".
Deseo de dar: Karl Menninger dijo, "Rara vez la gente generosa es gente mentalmente enferma". Y es raro que sea gente negativa. Dar es el más elevado nivel de vida. Mientras más da la persona, mejor su actitud. La diferencia no está en lo que se tiene, sino en lo que se hace con lo que tiene.
Persistencia: los sueños que se han hecho realidad son el resultado de personas que se aferraron a sus ambiciones. Se negaron a desanimarse. No permitieron que el desaliento les pusiera la mano encima. Los desafíos sólo los estimularon a un mayor esfuerzo. Cuando se tiene una actitud positiva, es más fácil ser persistente.


Responsabilidad por sus vidas: una persona de éxito entiende que nada positivo ocurre si no está dispuesto a dar un paso adelante y asumir plena responsabilidad por sus pensamientos y acciones. Sólo cuando se es responsable por sí mismo puede mirarse con honestidad, evaluar los puntos fuertes y débiles, y comenzar a cambiar.
Para cerrar, esta frase:“Todos desean a los demás y a sí mismos un buen año, pero pocos luchan por obtenerlo”. *P. Mariano de Blas.

Fuentes: enbuenasmanos.com, catholic.net

Juan García Inza
juan.garciainza@gmail.com

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